J.:
De nuevo me sale escribirte y de nuevo estoy contenta de que sigas leyendo.
El hecho de que tarde tiempo en escribirte es porque yo también necesito pistas y, esas pistas, a veces tardan en llegar. Pero si tú me escribes un mail tan chulo como tu mensaje de la semana santa y me pongo a pensar -por ejemplo- en el momento de despertarnos en tu casa jejeje, ya sí me sale escribirte...ya sí quiero contarte cosas y que sigas leyendo.
Esta vez voy a hablarte de ti. Es posible que me equivoque porque, como sabes, tú no me dices las cosas y yo tengo que imaginar, intuir e inventar...
Voy a ello:
Tienes un ceño fruncido que te acompaña desde hace varios años y no sabes bien si quieres estar o no. Me dedicas miradas a veces tímidas, y a veces incómodas...poniendo todo tu cuerpo en tensión y alerta cuando te cojo del brazo o cuando me acerco a darte un beso cuando estamos por ahí...con esa expresión en tus ojos que transmite por un lado desconfianza y, por otro, simpatía y cariño sincero...todo mezclado en una forma de hacer las cosas poco clara, casi fría, pero que dice a gritos que no lo eres, que estás harto de esconderte tras una fachada un tanto arisca, que quieres confiar...confiar, de una vez.
Y no sabes si debes dejar de estar alerta conmigo, ni si quieres hacerlo, porque a pesar de los pesares no hemos podido conocernos bien aún.
A veces con tu mirada y tus “mails” me dices "Ayúdame, no lo dejes, sigue por aquí, sigue diciéndome cosas bonitas, hazme ver que soy importante para ti...como has hecho hasta ahora...aunque te lo ponga difícil, aunque creas que no quiero estar, aunque haga lo que hago, sin que entiendas muy bien por qué. Aunque no te diga las cosas que quieres oír porque no sé si las siento, porque no sé bien quién eres, ni lo que cojones has visto en mí... ¿Por qué no te alejas? ¿Por qué tanta paciencia?, ¿por qué sigues aquí?, ¿qué quieres de mí?”
Y luego dices, "espera...no me hagas caso y quédate un poco más. No se te ocurra olvidarte de mí, no me dejes de mirar como me miras, ni de querer quedar conmigo a toda costa, no dejes de escribirme líneas cargadas de respeto y cariño...porque me gusta y porque lo necesito mucho más de lo que puedas imaginar..."
Me invento que te conozco y creo que hasta puede que te sientas incómodo con esto que te estoy diciendo...espero que no...Porque mi intención es que veas como veo yo las cosas para que, si me estoy equivocando, me lo hagas saber.
Cuando escribes tú mails chulos, yo te miro...y sonrío...sonrío a pesar de que para mí también es difícil, a pesar de que a mí también me cuesta, a pesar de que yo también necesito que alguien me haga sentir especial. Por eso, a cada gesto de alejamiento tuyo...cuando no entiendo lo que haces, retrocedo y me pongo alerta...me alejo, desconfío y, como tú dices, pienso mal.
Luego veo que me dices tan serio, tan de verdad, que no estás jugando conmigo, veo tan claramente que actúas muy parecido a mí, que sonrío y valoro esos "mails" que tú me dedicas diciéndome que siga por aquí y que, aunque no sabes si quieres estar, sí sabes que quieres que yo esté.
Y estoy, porque tú me lo pides y porque quiero...sin pedirte nunca nada más que lo que tú me quieras dar. Dejando que te acerques a tu ritmo, y sabiendo que, si no respeto tu forma de acercarte, te irás y se acabarán las palomitas, la nicotina, las pizzas, los dvd’s que se paran, las cervezas y las copas en sitios que a veces se cierran, lo que no dices y estos mails. Y no quiero que eso pase, por mucho que seas una calamidad. Quiero estar porque me siento bien contigo y porque me he fijado que, a veces, consigo que ese ceño fruncido desaparezca haciendo que tu expresión se vuelva pícara, cariñosa y divertida.
Un beso,
Nela

No hay comentarios:
Publicar un comentario