miércoles, 29 de diciembre de 2010

La mejor de las complicidades

J.:

Ayer, cuando nos quedamos solos, me contaste muchas cosas sobre ti, sobre tus miedos, sobre tu hija y vuestra interrelación con el resto del mundo. Me explicaste que te da miedo hacerla daño, traicionarla o decepcionarla. Me contaste que siempre le has dedicado toda tu atención, que te has volcado en ella y también me hablaste de las palabras de tu padre en relación a que llegará un momento que ella no te necesite tanto y que no te cierres puertas.

Entiendo lo que tu padre te dice, aunque ella siempre te necesitará (te lo digo yo porque a mis 34 años no ha pasado ni un solo día -excepto quizá con 15 y 16 años, para ser absolutamente franca- sin que mi padre haya estado presente en cada cosa que hago, siento y vivo...aún a pesar de no tenerle ya, solo de pensar en lo que me hace falta se me llenan los ojos de lágrimas de absoluta vulnerabilidad).

No se trata tanto, como te digo, de que habrá un día que no te necesite tanto o de que habrá un día que la burbuja entre vosotros no sea igual de fuerte. Eso siempre será así, créeme. Se trata más de que tú puedes ser feliz del todo, completamente feliz y, la gente que te quiere lo sabe y trata de hacértelo ver...como tu padre.

Me hablaste del hijo de tu ex y lo que había supuesto para ti la novedad de su nacimiento...me dijiste que le quieres mucho porque es el hermano de tu hija pero que jamás se podría comparar con ella porque el vínculo que tienes con L. es tan fuerte y especial que no quieres que nada, ni nadie, lo cambie...me hablaste de futuros hijos también...que, aunque sabes que les querrás, L. es especial y siempre lo será porque su situación también lo es, por encima de ellos.

Desde que me dijiste todo eso estoy procesándolo...despacito y lo mejor que puedo...Entre el jeg lag, el cansancio por el viaje...y la importancia de esa conversación de ayer, me fue difícil darte mi opinión en el momento que me lo estabas contando...

Explicarte como veo yo las cosas es lo que pretendo con este email...espero conseguirlo porque creo que darte mi punto de vista es importante.

Lo primero decirte que, una vez más, cada día que paso contigo, que te acercas un poco más a mí, me dejas con más ganas de ti.

En la vida de todas las personas hay otras ocupando un lugar más o menos importante dentro de ellas.

Cuando yo te conocí, el espacio del que disponía en tu vida era tan, tan pequeño que apenas podía respirar...apenas podía moverme y con lo único que contaba es con algo que tu quisiste darme para mi sorpresa por lo que significaba y que ha sido la razón de no tirar nunca la toalla, una cucharilla de café.

Una de las películas que más me han gustado es "La Gran Evasión" (si no la has visto ya estás tardando). Enfrentarse a un muro con una cucharilla de café y mucha tenacidad y paciencia para escapar de una celda es parecido a lo que yo he estado viviendo contigo. Gracias a esa cucharilla que tú me diste, día a día y sin hacer ruido he ido ensanchando un poquito ese espacio. Sin hacer ruido y con cuidado para que no descubrieras lo que estaba haciendo y con mucho miedo a que me detuvieras, he ido poco a poco agrandando ese espacio que me dabas porque a cada centímetro que ampliaba me gustaba más lo que iba descubriendo. Sorprendiéndome cuando me daba cuenta que más de una vez has hecho la vista gorda aunque me estuvieras viendo, como si quisieras que siguiera excavando y poco a poco incluso me has ido haciendo llegar (a escondidas) pequeños tubitos de metal para que los fuera poniendo cada vez que un derrumbe amenazaba ese espacio. Gracias a mi esfuerzo, pero también a tu ayuda, hemos llegado a la conversación de ayer.

Cuando me has explicado que mi espacio acaba donde empieza el detu hija.

Eso yo ya lo sabía cuando empecé a excavar. No es cuestionable de ninguna manera y, si lo fuera, yo no hubiera querido seguir excavando porque lo que habría al final no me gustaría.

Yo no puedo ponerme bien en tu lugar de padre, pero lo creas o no sí en el de L. Porque, yo he sido L. de pequeña en el sentido a lo que yo viví durante toda mi infancia con mi padre ese vinculo del que tú me has hablado desde que te conozco.

Cuando yo nací mi padre tenía 24 años y hacía un año que estaba casado con mi madre.

Nací con un problema de corazón muy grave que hizo que los médicos hablasen con mis padres para decirles que desgraciadamente lo más probable es que yo no llegase a los 4 años.

En ese momento para mi padre todo lo demás desapareció y su vida de universitario y su juventud se detuvieron.

A sus 24 años, en el año 76 movió Roma con Santiago para que yo saliese adelante. Para que se hiciera lo que se tuviese que hacer para que no le dejase. Dejó todo de lado para que siguiese con él. Y lo consiguió.

Para mi madre fue distinto, ella es menos niñera que mi padre. Para ella, una mujer que por entonces tenía 30 años, ambiciosa laboralmente y guapa, que en el fondo no se parecía mucho a él, ver como mi padre la dejó de hacer caso en cierta manera para prestarme a mi el 100% de su tiempo, pasar -en definitiva- a un segundo plano sin comerlo ni beberlo, hizo que ella y yo nunca hayamos tenido esa clase de complicidad. Mi madre me quería y también lo pasó muy mal, claro...pero su manera de afrontarlo fue alejarse en cierta manera dejándonos a mi padre y a mí en nuestra burbuja.

Mi padre pidió una excedencia en su trabajo y pasó en el hospital 4 meses seguidos, días y días con sus 24 horas en un hospital de Madrid. A veces mirándome desde una pared de cristal porque no le dejaban acercarse y a veces sentado al lado de una cama pensada para niños en la planta infantil. Cardiología.

Leyendo y mirando en silencio horas y horas por la ventana...con su ceño fruncido y sin dejarme sola ni un solo segundo. Haciéndome reír con sus bobadas cuando yo estaba consciente y tenía tres años y tratando que nunca me sintiera sola. Consiguiéndolo.

Todo eso me lo contó mucho después mi abuela. Mi padre me adoró desde el primer momento que me vio y yo a él. El primer recuerdo que yo tengo en la vida es de él conmigo en una terraza del hospital cuando se estaba fumando un cigarro con el que yo me quemé por no hacerle caso y me llamó burra riéndose de mí, conmigo. Yo debía de tener 3 años. Los años posteriores, ya en casa, siempre estuvo más conmigo que con ninguna otra persona del mundo. He ido de camping con él, y con cuatro años me llevaba en una mochila especial por los Picos de Europa, he cantado canciones en tiendas de campaña y me ha enseñado que, cuando te pica una ortiga lo mejor es el pis para que deje de doler (todo para hacer rabiar a mi madre jejeje) y he dejado de llorar gracias a él miles de veces. Siempre ha sido la persona más importante de mi vida con diferencia.

La relación que yo tenía con mi padre cuando tenía la edad de Lucía, era muy similar a la vuestra. Mi padre era todo para mi y yo para él...el vínculo que formábamos él y yo era tan fuerte y tan cómplice que nadie lo podía romper...ni siquiera mi madre o mi hermano que -para mí- estaban ahí casi molestando más que otra cosa.

Si mis circunstancias con mi padre hubieran sido exactamente iguales a las de L. contigo (que mi madre se hubiera apartado voluntariamente de su lado del todo), hubiera estado muy alerta a toda aquella persona que pudiera hacer que su atención y dedicación hacia mi mermara aunque fuera un poquito, a toda aquella persona que hubiera amenazado esa complicidad que nosotros teníamos. Que pudiera hacernos daño o a él o a mi...a nosotros. Estoy casi segura que hubiera apartado de nuestro lado con la “maldad” de los niños a toda aquella persona que hubiera osado a acercarse a él y a mí y a nuestra burbuja especial.

Lo hubiera hecho, de la manera que hubiera podido...probablemente manipulando a mi padre de la manera que las niñas sabemos hacer cuando tenemos ese vínculo y ese poder. Hubiera desconfiado tanto de toda persona que se acercase a él y hubiera tenido tanto miedo a que lo hicieran daño que la rechazaría sin más de primeras.

Abstrayéndome sé que hubiera rechazado a cualquier mujer que pretendiese acercarse a nosotros...la hubiera visto como una amenaza no deseable y mala tanto para mi como para mi padre.

Pero yo también, como tu hija, tenía de pequeña muy buen fondo, un buen corazón...eso no lo hubiera hecho más que para protegerle, sin querer nunca hacerle daño.

A raíz de nuestra conversación de ayer, trato de pensar como me hubiera gustado que se desarrollaran los acontecimientos a mis 7 u 8 años para querer yo también a esa otra persona y darme cuenta que ella no cambiaría en nada lo que mi padre y yo teníamos, sino que en todo caso hasta lo mejoraría... ¿qué hubiera funcionado para conseguir eso?

La única manera es que esa persona al principio estuviera ahí con nosotros por mi, no por mi padre.

Notando que es a mi a quien quiere ver porque conmigo se lo pasa en grande...dándome cuenta que con ella me río porque para ella yo soy genial. Hablando con ella de nuestras cosas de chicas y amigas (eso con los padres y madres no se puede) e ignorando a mi padre cuando quisiera enterarse de lo que cotilleamos. Con un "entiéndelo, papá... hay que ver que cotilla eres"... dándome cuenta que también con ella puedo tener complicidad real.

Me hubiera gustado notar que es mi amiga y mi aliada cuando mi padre me gruñe porque no entiende nada de nada porque es un calamidad de los gordos.

Pero también que sabe que mi padre es cojonudo y darme cuenta que nunca le haría daño porque para ella, él es un poco como para mí...un pesao y un calamidad al que queremos mucho (yo -que soy su hija y que he estado con él en la burbuja de siempre- más, claro).

Es muy difícil de explicar, J...y yo no sé si seré capaz porque no sé nada de niños, y me asusta mucho todo esto porque -aunque mi intención es buena- todo es muy delicado (ponte en mi lugar) pero creo que al haber tenido con mi padre algo parecido, sé que la manera es esa.

Si algún día me permites conocer a tu hija, cuando yo entre en escena -bien sea en una terraza de tu zona o bien sea en una excursión por ahí- tú automáticamente desaparecerás para mí. Porque es a ella a quien iré a ver.

Cuando ella no esté delante, tu mirada y tu complicidad será lo único que yo vea, eso sí.

He visto fotos de L., he visto su mirada pícara y su expresividad, he vivido cada anécdota que me has contado de ella y, lo que la quieres, es lo que más me gusta de ti sin lugar a dudas.

Sin prisa alguna, con mucho miedo y cuidado, sin tener ni idea de niños, pero si de relaciones padre e hija, creo que puedo ser buena para ti y también para L. Y, desde luego, sé que vosotros lo seréis para mí.

Has sido tú quien ha puesto esto sobre la mesa y, por muy difícil que sea, los dos sabemos que querer es poder.

No digo que esto se vaya a dar dentro de poco, no vayas ahora a acojonarte del todo...es cierto que puede que aún falte mucho, pero mientras tú lo quieras, seguiré excavando con esa cucharilla. No seré yo la que vaya a forzar nada... sé que para eso tienes que verlo todo mucho más claro, pero sí quiero que sepas que soy consciente de la existencia de L. y de vuestra conexión. Sé que estar a tu lado es estar al lado de L. también y quiero que sepas que algún día espero que me dejes ver su sonrisa al igual que una vez me dejaste ver la tuya. Y, por si no lo has pensado, dejarle a ella ver la mía. Quizá le guste tanto como a ti.

Un beso.

Nela

PD1: Creo que mi padre tendría miedo también de que yo le dejase un poco de lado...o que esa amiga tan genial que me he echado enfríe un poco nuestra relación. Pero mi padre hubiera comprendido con una sonrisa que yo, como su hija, jamás podría vivir sin su complicidad diaria, cuando dejamos de lado al resto del mundo para ser solo nosotros. Mi padre y yo.

PD2: Mi padre murió hace ahora 10 años. Él tenía 48 años y yo 24 y murió de cáncer de pulmón. Eso hizo que, sin poder él evitarlo, me dejase sola en la burbuja que siempre será nuestra y, si pudiera volver a tener 7 años y él 31 le pediría a gritos (como nunca he gritado) que dejase de fumar. Que dejase de fumar del todo por mí. Sé que él -si lo hubiera podido evitar- nunca me hubiera dejado sola y que lo hubiera dejado. Tenía que decirte esto porque, si hace que reflexiones y lo dejes en algún momento, será el mejor regalo que jamás le puedas hacer a ella...para jugar con sus hijos, por ejemplo. Cosa que mi padre nunca podrá hacer.

PD3: No te acojones que no es para tanto jejeje... De momento solo te animo a seguir conociéndonos porque nos lo pasamos bien juntos. Como tú dijiste...ya iremos viendo. Nada más.

Sigue Leyendo

J.:

De nuevo me sale escribirte y de nuevo estoy contenta de que sigas leyendo.

El hecho de que tarde tiempo en escribirte es porque yo también necesito pistas y, esas pistas, a veces tardan en llegar. Pero si tú me escribes un mail tan chulo como tu mensaje de la semana santa y me pongo a pensar -por ejemplo- en el momento de despertarnos en tu casa jejeje, ya sí me sale escribirte...ya sí quiero contarte cosas y que sigas leyendo.

Esta vez voy a hablarte de ti. Es posible que me equivoque porque, como sabes, tú no me dices las cosas y yo tengo que imaginar, intuir e inventar...

Voy a ello:

Tienes un ceño fruncido que te acompaña desde hace varios años y no sabes bien si quieres estar o no. Me dedicas miradas a veces tímidas, y a veces incómodas...poniendo todo tu cuerpo en tensión y alerta cuando te cojo del brazo o cuando me acerco a darte un beso cuando estamos por ahí...con esa expresión en tus ojos que transmite por un lado desconfianza y, por otro, simpatía y cariño sincero...todo mezclado en una forma de hacer las cosas poco clara, casi fría, pero que dice a gritos que no lo eres, que estás harto de esconderte tras una fachada un tanto arisca, que quieres confiar...confiar, de una vez.

Y no sabes si debes dejar de estar alerta conmigo, ni si quieres hacerlo, porque a pesar de los pesares no hemos podido conocernos bien aún.

A veces con tu mirada y tus “mails” me dices "Ayúdame, no lo dejes, sigue por aquí, sigue diciéndome cosas bonitas, hazme ver que soy importante para ti...como has hecho hasta ahora...aunque te lo ponga difícil, aunque creas que no quiero estar, aunque haga lo que hago, sin que entiendas muy bien por qué. Aunque no te diga las cosas que quieres oír porque no sé si las siento, porque no sé bien quién eres, ni lo que cojones has visto en mí... ¿Por qué no te alejas? ¿Por qué tanta paciencia?, ¿por qué sigues aquí?, ¿qué quieres de mí?”

Y luego dices, "espera...no me hagas caso y quédate un poco más. No se te ocurra olvidarte de mí, no me dejes de mirar como me miras, ni de querer quedar conmigo a toda costa, no dejes de escribirme líneas cargadas de respeto y cariño...porque me gusta y porque lo necesito mucho más de lo que puedas imaginar..."

Me invento que te conozco y creo que hasta puede que te sientas incómodo con esto que te estoy diciendo...espero que no...Porque mi intención es que veas como veo yo las cosas para que, si me estoy equivocando, me lo hagas saber.

Cuando escribes tú mails chulos, yo te miro...y sonrío...sonrío a pesar de que para mí también es difícil, a pesar de que a mí también me cuesta, a pesar de que yo también necesito que alguien me haga sentir especial. Por eso, a cada gesto de alejamiento tuyo...cuando no entiendo lo que haces, retrocedo y me pongo alerta...me alejo, desconfío y, como tú dices, pienso mal.

Luego veo que me dices tan serio, tan de verdad, que no estás jugando conmigo, veo tan claramente que actúas muy parecido a mí, que sonrío y valoro esos "mails" que tú me dedicas diciéndome que siga por aquí y que, aunque no sabes si quieres estar, sí sabes que quieres que yo esté.

Y estoy, porque tú me lo pides y porque quiero...sin pedirte nunca nada más que lo que tú me quieras dar. Dejando que te acerques a tu ritmo, y sabiendo que, si no respeto tu forma de acercarte, te irás y se acabarán las palomitas, la nicotina, las pizzas, los dvd’s que se paran, las cervezas y las copas en sitios que a veces se cierran, lo que no dices y estos mails. Y no quiero que eso pase, por mucho que seas una calamidad. Quiero estar porque me siento bien contigo y porque me he fijado que, a veces, consigo que ese ceño fruncido desaparezca haciendo que tu expresión se vuelva pícara, cariñosa y divertida.

Un beso,

Nela

Por ese algo

Buenas...

Es cierto. Hace mucho que no te escribo un mail en condiciones.
He de confesarte que esta vez me está costando más...jejeje. No me está siendo fácil escribirte un “mail cursi” a estas alturas...después de tantos zumos, pizzas y cigarros cargados de nicotina.

Me pongo a ello pensando en la conversación del otro día en mi casa...y de ella extraigo que algo sí te importo jejeje... Sabes que tú a mi también. Como tú dices, si no fuera así, no nos complicaríamos tanto, ¿verdad?

Después de esa sobredosis de comunicación, nos damos un respiro
y volvemos a nuestras respectivas vidas menos complicadas y más fáciles...que tratar con el otro.
Como te he contado muchas veces, antes de la “época francesa”, mi vida giraba bastante en torno a Neva...Ahora la “época francesa” va a durar más de lo previsto porque se va a ir a vivir con él a su casa (lejos de donde vivo).

Es curioso...qué rápido van algunos, ¿verdad?...llevan unos cuatro meses solo y además con un par de crisis
gordas y se van a vivir juntos.
¿Sabes sobre todo lo que me parece curioso? Que no creo que el francés y Neva tengan más complicidad que nosotros...No sé bien como es en tu caso, pero no creo que a Neva le importe más el francés que tú a mí, por ejemplo. (Te quejarás de mail cursi...)

Pero eso, en nuestro caso, no nos hace ir tan rápido (ni falta que hace). Más al contrario creo que, dado nuestro carácter, vamos aún más despacio, ¿verdad?

No nos fiamos de lo que el otro quiere de nosotros. Eso lo he entendido hace poco...lo que tú me decías hace ya tiempo creo que no era que no te fiases de mí en cuanto a lo que yo hacía o dejaba de hacer, sino que no te fiabas de lo que te decía.

A veces pienso que no nos conocemos casi. No hemos podido aún pasar un día hablando de todo juntos, viendo bien como es la otra persona. Viendo, con más gente a nuestro alrededor (amigos por ejemplo...), como se comporta el otro, como interactúa. En el fondo nos hemos inventado un poquito el uno al otro. Y es que tú y yo aún no nos hemos ido por ejemplo
a pasar el día a la sierra nunca, ni a comer a Segovia, ni hemos podido pasar juntos un fin de semana en una casa rural, como hace otra gente... lo haremos si a los dos nos apetece, pero en lo que estarás de acuerdo conmigo es que, a pesar de no haber hecho todas esas cosas, algo sí es verdad que tenemos, ¿verdad?
Por ese algo te escribo este mail, porque me gusta que tengamos ese algo, que “sigamos por aquí” aunque sea a nuestra manera, que te sigas acercando y porque me gusta muchísimo que no dejes nunca que me aleje del todo.

Sigue escribiéndome mails como el del martes para que yo pueda escribirte más como este. Como yo lo veo (desde hace ya mucho), esto no es solo divertido, además es especial.

Un beso,

Nela

Primera Persona del Plural

J.:

A veces me pregunto si tú, como chico, entiendes algunos de los muchos dobles sentidos que te he ido enviando...Dicen que los chicos sois muy simples y que, si queremos deciros una cosa, más vale que la digamos sin más porque si no, no os dais cuenta de lo que os estamos diciendo. ¿Será así?

El caso es que, muchas veces, cuando escribo, me quedo con la duda de si pillas muchos de esos dobles sentidos e incluso si te planteas siquiera que algo de lo que digo tenga varias formas de interpretarse aparte de lo que la propia palabra o frase significa sin más. Me pregunto si tú leerás entre las líneas de mis mails como yo pretendo que hagas...me pregunto si será así...

En fin, ya nos conocemos desde hace unos 7 meses y, por mucho que lo he intentado (y supongo que tú también), no hemos sido capaces de entender claramente lo que el otro quiere. Reconócelo, somos como somos y eso complica a veces las cosas dificultando lo que quizá sea muy sencillo...Al ser como somos, cada vez que volvemos a vernos es como volver a empezar una y otra vez...una y otra vez...Y es que, por si fuera poco, tú solo puedes/quieres quedar a ratitos (eso significa jejeje: solo puedes/quieres quedar muy de vez en cuando) por lo que cada vez que nos vemos nos cuesta comportarnos de una forma natural...porque somos como somos...demasiado iguales. Supongo que estás de acuerdo.

Siempre que volvemos a quedar me propongo que mantengamos una charla "como personas normales" y siempre soy incapaz...es tremendo...Sería algo así como que me dijeras: "mis circunstancias son esta, esta y esta...por lo que lo que yo quiero es esto."...si es que es muy sencillo...bueno, pues como somos como somos...no lo es en absoluto... (tú eres peor, que conste...jejeje, yo por lo menos te escribo estos mails). Y es que para ti quizá es obvio que yo debo ver claramente lo que tú no dices (esto es, lo que tú quieres)...pero no es así...de verdad.

Y es que, dependiendo de tu manera de estar (dependiendo de lo que tú quieras de mí...) yo estaré de una forma u otra... (yo sabré a qué atenerme y actuar en consecuencia)...Tú dirás "¿tanto influye como quiera estar yo?"...sí, influye mucho, créeme. Por mucho que yo no quiera.

Aquí entramos en el terreno de los "cocineros"...en el terreno de lo que yo quiero para mí...en el terreno de los bólidos (que siguen apareciendo cuando no estás) y de las marchas...en el terreno de que, por mucho que yo no quiera, tú tienes un coche mejor. Ufff...a lo mejor sí es complicado para ti entender todas estas metáforas...eres un chico (y muy masculino por cierto jejeje) y no se le pueden pedir peras al olmo jejeje.

Como yo tampoco es que sea muy clara (lo reconozco) no te voy a exigir demasiado...pero quiero que sepas que no soy clara por incapacidad real para serlo...yo no puedo decirle a un chico así por las buenas que me gusta, que tengo ganas de volverle a ver...y que me hubiera gustado llamarle tal o cual día pero que creo que él no quiere que lo haga, por ejemplo. Para yo poder decir eso necesito muchas más pistas (esto es...mucha más información real, no inventada) : )

¿Seguimos como estamos? jejeje...lo que está claro es que es divertido.

Un beso,

Nela